Friday, August 24, 2012

ONE NIGHT WITH THE KING subtitling.*



EL LIBRO DE ESTER

Dios no es nombrado en este libro

El libro de Ester es una de las pocas porciones dispersas en la Palabra de Dios que son notables por la ausencia del nombre de Dios. Esto ha sorprendido con frecuencia a muchos; los judíos mismos no fueron capaces de entenderlo, y buen número de cristianos no está mucho mejor; tanto es así, que no ha faltado la costumbre —sobre todo en estos últimos tiempos— de tratar al libro con cierta medida de desconfianza, como si la ausencia del nombre del Señor fuese una razón justificada de que el libro no puede ser de Dios.

Ahora bien, espero demostrar que el hecho de que el nombre de Dios no figure allí es parte de la excelencia del libro; porque hay ocasiones en las que Dios vela su gloria. No hay ocasión en la cual Él no obre, pero no siempre permite que su nombre sea oído o que sus caminos sean advertidos.

Veremos que el hecho de que el nombre de Dios esté ausente es precisamente lo que el carácter del libro requiere; y ello, en lugar de debilitar el derecho de Ester a ocupar su lugar en el santo Volumen, más bien mostrará la perfección de los caminos de Dios, hasta en un hecho tan excepcional como la ausencia de su nombre en todo un libro.

Debemos comprender, entonces, qué es lo que Dios tiene en vista: Él aquí está hablando de su antiguo pueblo bajo circunstancias en las cuales no podía pronunciar Su nombre en relación con ellos, debido a que el pueblo se hallaba en una posición totalmente irregular. Propiamente hablando, en el libro de Ester ellos no tienen ninguna posición en absoluto. No podríamos decir exactamente lo mismo con respecto a aquellos judíos que subieron desde Babilonia de acuerdo con el permiso que les otorgó Ciro, el persa, conforme a las profecías. Lo cierto es que ni siquiera en lo que respecta al remanente Dios le llama "pueblo mío" (véase Oseas 1:9, 10). Al permitir a Nabucodonosor que arrasara las tierras de la casa de David y de las tribus que todavía continuaban siendo fieles a su compromiso, Dios les quitó su título por un corto tiempo, y ese título aún no les ha sido restituido. No obstante, está a buen resguardo. Dios tiene el propósito de restablecerlos en la tierra de su heredad; pero el título de propiedad, por de pronto, ha desaparecido. Esto no significa que se haya perdido, sino que está reservado. Dios lo guarda en secreto para ellos.

Reintegración futura del pueblo

Cuando llegue el día en que Israel sea reintegrado, Dios los introducirá gradualmente en el lugar que les corresponde y en la relación debida, y entonces vendrán los días del cielo en la tierra.

Pero estaba lejos todavía de ser así, ni siquiera con el remanente que subió desde Jerusalén. Allí, como sabemos, el libro de Esdras los muestra centrados en torno al altar de Dios y construyendo Su casa; y el libro de Nehemías los presenta realzando su distinción. Si bien ellos habían perdido su título, no habían perdido a su Dios. Aun cuando Dios no los había de llamar "pueblo mío", ellos, al menos, lo llamarían a Él "nuestro Dios". La fe podía apropiarse de lo que Dios era para ellos cuando Él no podía llamarlos "pueblo mío". Por consiguiente, ellos construyeron los muros de Jerusalén para que su pueblo pudiera tener, aun en su debilidad, el sentido de su separación para Él. Esto caracterizó toda su vida; no solamente su vida religiosa, sino su vida entera. En el libro de Esdras se considera la vida religiosa del pueblo. En Nehemías se tiene en vista toda su vida consagrada a Jehová. Pero el libro de Ester presenta un aspecto completamente diferente: ¿Qué fue de los judíos que no subieron a Jerusalén? ¿Qué fue de aquellos que permanecieron sordos al permiso de Ciro o no valoraron la libertad de subir a la tierra en la cual los ojos de Dios se posaron y en la que todavía Él, de acuerdo con sus propósitos, habrá de exaltar Su nombre, a su Hijo, el Mesías, así como también al pueblo de su elección, entonces en verdad para ser manifiestamente reconocidos por Él?

El libro de Ester es la respuesta a tal pregunta. Nos muestra que, aun cuando Dios no podía reconocerlos de ninguna manera, y que ellos tampoco le reconocían públicamente; aun cuando no había ninguna señal de parte de Dios ni de parte del pueblo, y el nombre de Dios, por consecuencia, permanece enteramente en secreto —pues no se lo menciona ni una sola vez en todo el libro—, aun cuando ocurre todo esto se ve la mano y la actuación secreta de Dios en favor de su pueblo, por más que este último se hallara en la condición más irregular. Ésta es la naturaleza del libro, y la solución, creo yo, de la dificultad en cuanto al hecho de que el nombre de Dios no se mencione ni una sola vez en él. Veremos abundante confirmación de lo que acabo de afirmar cuando examinemos el libro. Hasta ahora no he hecho más que una somera alusión a su carácter para poder considerarlo con más detenimiento a medida que los varios incidentes se desarrollen ante nosotros.

La grandeza de Asuero y de su imperio

De repente nos encontramos en un notable banquete ofrecido por el rey Asuero, quien, supongo, es aquel conocido en la historia profana como Jerjes. No tiene mayor importancia saber si este rey fue Jerjes o Artajerjes, o siquiera otro que haya sido propuesto como la verdadera posibilidad. Debemos recordar que el título de «Asuero» era de aplicación general, así como el de «Faraón» fue de uso general en Egipto y «Abimelec» entre los filisteos; es decir, hubo muchos Faraones y muchos Abimelec. De la misma manera, entre los persas hubo varios que llevaron el nombre de «Asuero». A qué Asuero se refiere nuestro libro es una incógnita; no obstante, no es una cuestión de importancia; si lo fuera, Dios nos lo hubiera dicho. Presumo, empero, que se trató realmente de Jerjes, en parte por el carácter del hombre: un hombre de recursos prodigiosos, infinita riqueza, inmensa exuberancia y vanidad; un hombre, incluso, poseedor del carácter más caprichoso y arbitrario. Advertiremos estas cualidades en la conducta que observó para con su esposa, así como también en su conducta hacia los judíos. Veremos, pues, la historia de una parte notable del reinado de este caprichoso monarca; porque si hubo un rey persa que pudo haber sido supuestamente de mano dura para con los judíos, fue éste. Darío fue un gran admirador de Ciro y, por consiguiente, un gran amigo de los judíos. Jerjes no fue amigo de nadie, sino de sí mismo. Fue sencillamente un hombre que vivió para agradarse a sí mismo, para satisfacer sus gustos y pasiones conforme a los copiosos recursos que la providencia de Dios había colocado en sus manos y que él derrochó en su propia lujuria, tal como, lamentablemente, la mayoría de los hombres lo hacen.

Desobediencia y destitución de Vasti

Este libro nos presenta, pues, a Jerjes en una época del Imperio Persa cuando el mismo se hallaba compuesto no solamente por 120 provincias, como sucedía en tiempos del reinado de Darío, el meda, y de Ciro, el persa. En el libro de Daniel encontramos que, a raíz de las conquistas, fueron anexionadas más tarde siete provincias. Jerjes reinó, pues, en un tiempo en el que el Imperio Persa se hallaba en la cima de su gloria y de sus recursos, y él tenía toda la pompa y circunstancias del Imperio a su alrededor, todas las grandezas y sátrapas de su vasto Imperio.

Bajo estas circunstancias él manda llamar a Vasti, quien se niega a acudir. Esto enfureció al arbitrario y caprichoso monarca. Vasti desobedeció al rey. Se negó conforme al singular deseo de retraimiento que caracterizaba a la mujer persa. Se negó a satisfacer sus deseos. Él quería exhibir su belleza ante todo el mundo, y ella no aceptó. La consecuencia fue que el rey procuró el consejo de sus nobles, y uno de ellos le sugirió, con audacia, la destitución de Vasti. Éste es, en efecto, el primer gran paso en la providencia de Dios que nos presenta este libro, a raíz del cual se desenvuelven todos los acontecimientos notables.

La esposa judía sustituye a la gentil

Esto, de por sí, es de lo más interesante; pero aún hay más que esto. El libro de Ester no es tan sólo un libro que trata sobre providencia, sobre la secreta providencia de Dios cuando Él no podía mencionar Su nombre en favor de su pueblo, en favor de los judíos en su pobre y dispersa condición entre los gentiles; sino que, aparte de eso, el libro constituye un tipo de los grandes designios de Dios que están aún por acontecer; porque ¿con qué comienza principalmente el libro? Con esto: la esposa gentil del gran rey es depuesta y se produce el hecho singular de que una judía toma su lugar. Personalmente no puedo dudar de que esto es precisamente lo que sucederá cuando el gentil haya demostrado su desobediencia y haya fracasado en cuanto a exhibir la belleza que debería verse en su testimonio de Dios ante el mundo. Concretamente, esto es lo que está sucediendo ahora; es decir, el gentil, en el tiempo presente, es el que ocupa una determinada posición ante Dios en la tierra. El judío, como lo notaréis, no es el testigo actual de Dios, sino que lo es el gentil. Y el gentil ha fracasado totalmente. Conforme al lenguaje del capítulo 11 de Romanos, las ramas del olivo silvestre —el gentil— serán desgajadas, y el judío será nuevamente injertado. Pues bien, Vasti es la esposa gentil depuesta a causa de su desobediencia y de su fracaso en cuanto a exhibir su belleza ante el mundo. Esto es precisamente lo que la cristiandad debió haber hecho. El gentil, pues, será cortado y destituido, y el judío será restablecido (Romanos 11:22-24). Esto es lo que representa el llamamiento de Ester. Ella se convierte en el objeto de los afectos del gran rey y desplaza a Vasti, quien nunca más es restablecida. Pero hago simplemente esta casual observación para mostrar la relación típica de este libro con el desarrollo de los grandes consejos de Dios en las Escrituras.

Ester, hija adoptiva de Mardoqueo, primo suyo

Ahora vuelvo a explicar un poco los hechos que el libro señala como el gran desarrollo de la secreta providencia, cuando el nombre de Dios no puede ser mencionado. Dios puede obrar donde no puede proclamarse a sí mismo, y esto se halla notablemente ilustrado por el hecho de que, cuando se impartió la orden para que las jóvenes doncellas fuesen buscadas para que el rey hiciese su elección, entre otras "había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él" (cap. 2:5-9).

Ester, elegida reina

Y cuando le llegó el turno a las diferentes doncellas y, entre otras, a Ester, ella no sólo halló gracia en los ojos del eunuco del rey, sino, más aún, a los ojos del mismísimo rey. "Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado" (cap. 2:16). Puedo observar, de paso, que esto constituye una notable confirmación de las memorias de Asuero pertenecientes a la época de Jerjes, ya que en el tercer año de su reinado —como nos relata la Historia— Jerjes celebró un gran concilio de todos los grandes de su Imperio. El objetivo político fue su tentativa de conquistar Grecia, y él volvió nuevamente en el séptimo año de su reinado, exactamente las mismas fechas que se consignan en este libro de Ester. Durante ese tiempo, él se ausentó de su país y estuvo ocupado en ese vano esfuerzo, el cual culminó en la más completa destrucción de la flota persa y la expulsión de sus tropas por el relativamente pequeño poder de los griegos. Pero, sea como fuere, simplemente hago esta observación para demostrar la maravillosa manera en que la providencia de Dios preserva hasta las fechas y el modo en que los hechos concuerdan.
Éste, de todos modos, no es más que un pequeño detalle; pero el hecho sobresaliente es que la judía fue preferida a todas las otras. La judía solamente es quien será la desposada del gran Rey en la tierra. Sabemos lo que significa «el gran Rey». Supongo que todos vosotros estaréis enterados de que «el gran rey» era un título especial del monarca persa. Ahora bien, la Escritura utiliza la expresión "el gran Rey" con referencia al Señor (véase Salmo 48:2). No puedo dudar, pues, de que haya un propósito deliberado en esta manera típica, precisamente, de hablar de Él.

Ester, entonces, se convierte en la desposada —la reina— del gran rey después que la gentil fue depuesta a causa de su desobediencia; y el rey, entonces, hace una gran fiesta. Dispone una disminución de tributos para las provincias, como sabemos que habrá de ocurrir. Cuando el judío sea favorecido, ello será como "vida de entre los muertos" (Romanos 11:15), sea cual fuere la gracia presente de Dios (y sabemos que es infinitamente rica); pero en lo que toca a la tierra, ha sido enteramente echada a perder a causa de la mundanería, del egoísmo y de la vanidad del hombre. Todas estas cosas han destruido el carácter del reino de Dios en lo que respecta a su testimonio en la tierra. No cabe duda de que Dios lleva a cabo su propósito celestial, pero éste nada tiene que ver con este libro. La figura de las cosas celestiales no se encuentra aquí. Se trata solamente de la tierra y del aspecto terrenal de la cristiandad, la cual habrá de ser hecha a un lado cuando se convoque a los judíos, lo que no habrá de tardar. Ellos, entonces, vendrán a ser la esposa permanente del Rey.


Mardoqueo denuncia una conspiración contra Asuero

Aquí, al final del segundo capítulo, se nos dice que Mardoqueo no sólo se sienta a la entrada del rey, sino que también viene a ser el medio para hacer saber al gran rey que se prepara un atentado contra su vida. Dos de los camareros del rey que cuidaban la puerta procuraron ponerle las manos encima al rey, pero el asunto se conoció. Se hizo la investigación, y ambos fueron colgados de un árbol. Nosotros bien sabemos que todo transgresor en aquel día venidero será descubierto y aniquilado «ipso facto». No existirá más la incertidumbre de la ley. En aquel día "para justicia reinará un rey" (Isaías 32:1). Se descubrirá y castigará a todos aquellos que alcen sus manos contra el Señor.

Amán enaltecido

En el tercer capítulo tenemos una escena muy diferente. "Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él" (cap. 3:1).

Esto sólo es un tipo, sólo una sombra y no la verdadera imagen. En el día milenario no habrá ningún Amán. Hasta que ese día venga, al margen del vívido cuadro de las bendiciones venideras, siempre habrá una sombra oscura; un enemigo; uno que trata de frustrar todos los planes de Dios; y, de todas las razas de la tierra, hubo una que fue particularmente hostil para con el pueblo de Dios: Los amalecitas; tanto que Jehová juró y convocó a su pueblo a librar la guerra perpetua contra esa raza. La habría de borrar de debajo del cielo. Los amalecitas fueron el especial objeto del más recto juicio de Dios debido al odio que tenían hacia Su pueblo. Ahora bien, este Amán no sólo pertenecía a Amalec, sino incluso a la familia real de Amalec. Era descendiente de Hamedata el agaguita, como se dice, y Asuero engrandece a este noble al más alto puesto. Sin embargo, en medio de todos estos altísimos honores, ¡había una espina!: Mardoqueo no le hizo reverencia. La consecuencia fue que Mardoqueo vino a ser un objeto de reproche. Los sirvientes del rey le preguntaron: "¿Por qué traspasas el mandamiento del rey?" (cap. 3:3); y luego de persistir en esta actitud, el hecho llega a oídos de Amán, "porque ya él les había declarado que era judío" (cap. 3:4).

Amán, enemigo implacable del pueblo judío

Ahí radicaba el secreto. Dios no aparece. ¡En la historia no hay insinuación de que Dios haya hablado acerca de Amán! No obstante, aquí estaba la razón secreta; pero la única razón pública que aparece es que Mardoqueo era un judío. "Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se llenó de ira. Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo" (cap. 3:5, 6); y Amán efectúa esto de la siguiente manera: informa al rey —como era el noble principal y preferido— que había "un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias... sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir. Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey" (v. 8, 9).

La orden de exterminio de los judíos sellada por el rey

El rey, conforme al carácter que ya he descrito, dificultó muy poco la tremenda petición de Amán. Tomó su anillo de su mano, lo dio a Amán y le dijo que guardara su plata, y encargó a los escribas que llevaran a cabo su demanda, de modo que los correos fueron a través de todas las provincias del rey. Los persas, como es sabido, fueron los iniciadores del sistema postal que nosotros hemos continuado hasta hoy. "Y fueron enviadas cartas por medio de correos a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día, en el día trece del mes duodécimo" (cap. 3:13). El rey y su ministro se sentaron a beber, pero la ciudad de Susa estaba perpleja.

Bien pudo haber un gran lamento proveniente de los judíos. Su destino estaba sellado. Así parecía. Tanto más cuanto que siempre fue uno de los axiomas del Imperio Persa que, una vez aprobada una ley, nunca era revocada "conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada" (Daniel 6:8, 12). Podría parecer, pues, que nada hubiera podido salvar al pueblo. El soberano de 127 provincias había dado su palabra real, firmada con su sello y enviada por correo a lo largo y a lo ancho del Imperio. El día estaba fijado y el pueblo señalado. La destrucción parecía segura; pero Mardoqueo rasga sus ropas, se viste de cilicio y, en medio de la ciudad, llora con un fuerte y amargo llanto (cap. 4:1). Si bien el nombre de Dios no está escrito ni aparece, los oídos de Dios, no obstante, oyeron.

La intervención de Mardoqueo

Mardoqueo se allegó hasta la puerta de acceso al palacio del rey, pues nadie podía entrar vestido de cilicio. Se colocó entonces delante de la puerta sin traspasarla, y Ester oyó. Le relataron lo que acontecía y la reina se sintió profundamente afligida, aunque conocía poco acerca de la verdadera causa de la aflicción. Ester envía uno de los camareros y Mardoqueo le relata todo cuanto le había ocurrido, de cuánto Amán había prometido pagar y de la inminente destrucción que caería sobre los judíos.

 Se nos dice que Ester, a raíz de esto, da a Hatac orden de explicar a Mardoqueo lo desesperante de la situación. El objetivo era que ella fuese e hiciese súplicas al rey. Pero ¿cómo? Una de las leyes del Imperio Persa establecía que nadie podía introducirse en la presencia del rey. Éste debía mandar a buscar, pero no lo había hecho con la reina en treinta días. Era contra la ley aventurarse a ello. Por consiguiente, Mardoqueo le envía a Ester un muy claro y duro mensaje: "No pienses —le dijo— que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos" (cap. 4:13, 14). Ni una palabra acerca de Dios. Permanece velado. Mardoqueo piensa en Dios, pero el secreto de Dios se preserva de un modo tan perfecto que Mardoqueo sólo alude a él vagamente en estos notables términos: "...respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos"; porque Dios miraría hacia abajo desde los cielos; pero Mardoqueo sólo habla del lugar y no de la persona. "Mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?" (cap. 4:14).

Ester, pues, toma conciencia del estado real de la situación. Capta perfectamente el sentimiento de Mardoqueo hacia el pueblo y su confianza en la liberación que vendría "de otra parte". Por eso le ruega a Mardoqueo: "Vé y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día." Ella también, como dice, hará lo mismo: "Yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey" (cap. 4:16). Ni una sola palabra acerca de los perfumes ahora. Ni una palabra acerca de las suaves fragancias con que antes ella se había preparado para entrar en la presencia del rey. Ella tenía que someterse a ello, pues tal era la orden del rey; pero ahora, aun cuando no menciona a Dios, es evidente dónde está su corazón. Va con el más singular preparativo —pero admirable en tal momento—: con ayuno, una gran señal de humillación ante Dios; pero, aun aquí, Dios no es mencionado. No se puede dudar de que Dios está por encima —de que está por detrás— de la escena; pero todo lo que aparece es meramente el ayuno del hombre y no el Dios ante quien se ayunaba. "Y si perezco, que perezca." Su decisión estaba tomada.

La intervención de Ester

Por consiguiente, al tercer día Ester se puso sus vestiduras reales, "y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento. Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano" (cap. 5:1, 2), porque la fe en la bondad de Dios era grande. Todo lo que aparece es meramente humano, pero la mano invisible estaba allí. Ella la buscó y la halló. "Entonces vino Ester y toco la punta del cetro. Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará." A lo que responde Ester: "Si place al rey, vengan hoy el rey y Amán al banquete que he preparado para el rey" (cap. 5:2-4). Dios le dio sabiduría. Ella no reveló de inmediato lo que era una carga tan pesada para su corazón. "El que creyere, no se apresure" (Isaías 28:16). El Dios invisible que era el objeto de su confianza ejercitó su alma para esperar. Ella no sólo convida al rey al banquete, sino también a Amán. Cuántas veces ocurren hechos similares. De la misma manera procede el Señor cuando le da a Judas el pan mojado antes de la terrible traición que lo condujo a la cruz. Nada podía suponer Amán acerca de lo que Dios, quien no aparece, estaba reservándole. Y, en el banquete, el rey nuevamente vuelve a la pregunta, porque sabía perfectamente que había algo más que el banquete en la mente de la reina Ester. "¿Cuál es tu petición, y te será otorgada? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será concedida" (cap. 5:6).

Nuevamente la reina solicita que ella pueda contar con la presencia de ellos en otro banquete. "Y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado." Así que ese día Amán se va "contento y alegre de corazón"; pero, cuando ve que Mardoqueo, el judío, no se levantaba ni se movía por él, se llena de indignación contra aquél. No obstante, Amán se contiene. Cuando regresa a su casa y cuenta a su esposa y amigos acerca de la gloria de sus riquezas, de la multitud de sus hijos, de todas las cosas con que el rey le ha engrandecido y cómo le ha promovido por sobre los príncipes y siervos del rey, menciona como coronación de todos los honores especiales recibidos la invitación de la reina Ester a un banquete al cual había asistido nada menos que el propio rey. "Y también para mañana" —dice él— "estoy convidado por ella con el rey. Pero todo esto de nada me sirve" —tal era el odio y la amargura de su corazón— "cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey". La esposa, con la debilidad propia de su naturaleza, sugiere que se haga una horca para este perverso Mardoqueo. "Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana dí al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete" (cap. 5:14). El asunto agradó mucho a Amán, y así se hizo.

Dios obra

Pero el Dios invisible estaba obrando esa noche. El rey no podía dormir (cap. 6:1); de no haber sido así, habría habido una amarga fiesta para Ester antes de la fiesta con el rey. "Aquella misma noche se le fue el sueño al rey." Él solicitó los archivos del reino. La providencia de Dios estaba actuando. Se halló escrito que Mardoqueo había denunciado a los camareros traidores, y el rey pregunta: "¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada" (v. 3). En ese mismo momento, Amán llega a la corte. Quería ver al rey para pedirle la vida de Mardoqueo. Nada sabía de lo que estaba en el corazón del rey, y éste, lleno de lo que estaba en su propio corazón, es providencialmente inducido a preguntar qué debía hacer en favor de aquel a quien deseaba honrar. "¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey?" (v. 6).

Amán cae en su propia trampa

Amán no había pensado en ningún otro sino en él mismo. Por eso cayó en su propia trampa. Convencido de que él mismo era el hombre cuya honra deseaba el rey, y sin escatimar nada, sugiere al rey los más altos honores, los mayores que se hayan conferido jamás a un súbdito. "Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de algunos de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey" (v. 7-9). Y el rey al instante dice a Amán: "Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho."

¡Oh, qué caída! ¡Qué horror de horrores debe de haber llenado el corazón de ese hombre perverso, pues aquel a quien él más odiaba de entre todos los hombres vivientes era el mismo a quien, como principal noble del Imperio, se veía obligado a rendir este honor conforme a sus propias sugerencias! De todos modos, era imposible alterar la palabra del rey. "Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey" (v. 11). Muy diferentemente volvió Amán a su esposa y sus amigos ese día. "Amán se dio prisa para irse a su casa apesadumbrado y cubierta su cabeza. Contó luego Amán a Zeres su mujer y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido. Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él" (v. 12, 13). Tal es el sentimiento secreto del gentil con respecto al judío. Puede marchar todo muy bien para el gentil mientras el judío es echado fuera de la presencia de Dios, pero, cuando llegue el día señalado para exaltar al judío, la grandeza del gentil tendrá entonces que desaparecer de la faz de la tierra. El judío es el futuro señor aquí abajo. Él será la cabeza y el gentil la cola (Deuteronomio 28:13, 44).

Amán, traidor descubierto y ejecutado «ipso facto»

Así el banquete prosigue (cap. 7) y el rey y Amán se encuentran, porque no había tiempo que perder. El camarero había convocado a Amán al banquete, y ahora el rey, por tercera vez, requiere de la reina su petición: "¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada. Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición" ¡¿Cómo?! ¿Tal es el estado de cosas que la reina ruega por su vida? "Séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable" (v. 3, 4). Ester había pulsado la cuerda correcta. No sólo todos los afectos del rey estallaron ante ese insulto que había sido hecho a aquella a la que él amaba por encima de todos en el reino, sino aún más: existía la audaz presunción de que habría de intentarse la destrucción de la reina y de todo el pueblo de la reina sin siquiera el conocimiento del rey. ¿Quién podía ser el traidor?

"Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto? Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. Luego el rey se levantó del banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio." Bien sabía Amán que esa era la sentencia de muerte pronunciada sobre él. "Y se quedó Amán para suplicarle a la reina Ester por su vida; porque vio que estaba resuelto para él el mal de parte del rey" (v. 7). Y cuando el rey vuelve, lo encuentra a Amán, en su agonía, caído sobre el lecho donde yacía Ester, y el rey se imagina lo peor. La palabra sale de su boca y sus servidores cubren el rostro de Amán para su inmediata ejecución. Y Harbona, uno de los camareros, propone al rey la horca que estaba ya hecha en la propiedad de Amán, lo que también cuenta con el beneplácito del rey. "Entonces el rey dijo: Colgadlo en ella. Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira del rey" (v. 9, 10).

Nuevo decreto imperial salvando «in extremis» a los judíos

Pero esto no fue todo. Dios no solamente hizo que el cruel adversario de su pueblo cayese en sus propias redes, sino que cuidará de los judíos a lo largo de todos los dominios del rey, donde estaban todavía sujetos a sentencia de muerte. La liberación no era aún completa. El enemigo principal había sido destruido, pero ellos estaban aún en peligro; y entonces Mardoqueo viene ante el rey (cap. 8). "Porque Ester le declaró lo que él era respecto de ella." El rey se quita su anillo y se lo da a Mardoqueo. El judío, en consecuencia, asume entonces el lugar del gobierno en la tierra; sus enemigos son destruidos, pero todavía tienen que ser vindicados y completamente liberados por todo el Imperio. Y Ester se echa a los pies del rey y le suplica con lágrimas que quite el mal de Amán, y el rey nuevamente extiende el cetro de oro y Ester explica que los correos que salieron con las cartas del rey estaban llevando destrucción a los judíos por todas sus provincias. El rey responde: "He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos. Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado" (v. 7, 8).

¿Cómo, pues, había de encararse este asunto? De la siguiente manera: a todo el Imperio, por medio de nuevos correos, fueron enviadas cartas por las cuales "el rey daba facultad a los judíos que estaban en todas las ciudades, para que se reuniesen y estuviesen a la defensa de su vida, prontos a destruir, y matar, y acabar con toda fuerza armada del pueblo o provincia que viniese contra ellos y aun sus niños y mujeres, y apoderarse de sus bienes". Y así fue hecho. "Y salió Mardoqueo de delante del rey", ahora con todos los atributos del honor real. "Y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra. Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer" (v. 16, 17).

Venganza de los judíos

Así, en efecto, fue hecho (cap. 9). Los judíos se reunieron y pusieron la mano sobre todos los que buscaban sus vidas. Nadie les pudo resistir. Es el tipo evidente del día en que el judío será nuevamente restablecido a su debido y propio lugar en toda la tierra. Y "Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más. Y asolaron los judíos a todos sus enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron con sus enemigos como quisieron" (cap. 9:4, 5). Y así tenemos el relato. Pero hay más: "Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. Y respondió Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán" (cap. 9:12, 13). Muchos son los que no pueden entender esto. ¡Y no es de extrañar! Pues los tales toman a Ester como tipo de las relaciones de Dios con la Iglesia. De inmediato uno ve cuán tremenda confusión sobreviene por ello. No es así. El gentil es depuesto y el judío llamado; pero la justicia constituirá el carácter del reino venidero. La gracia es lo que conviene a la Iglesia ahora. Sería, pues, del todo ininteligible hacer que Ester represente a la Iglesia ahora. La ejecución de la justa venganza sería del todo incompatible con el llamamiento del cristiano, con la posición de la Iglesia. Pero con el judío llamado a participar del reino venidero —de los honores del reino— es exactamente lo que ocurrirá a su tiempo. Entonces —cuando el Mesías reine, y Jerusalén sea su reina— se cumplirá la palabra: "La nación o el reino que no te sirviere perecerá" (Isaías 60:12).

Así fue en ese día. Vemos, pues, que siempre que nos apropiamos de la verdad, la Palabra de Dios se acomoda en su debido lugar. Nosotros lo entendemos y distinguimos entre cosas que difieren; dividimos rectamente la palabra de verdad. Cuando, por el contrario, en nuestra ansiedad aplicamos a nosotros cosas que no condicen con nuestra posición, caemos en un grave error y destruimos el propio lugar de la Iglesia de Dios y nuestra participación de los afectos celestiales de Dios. Nuestro propio lugar, ahora, es actuar de conformidad con Aquel que está a la diestra de Dios. Pero, cuando el Señor Jesús deje el cielo para venir a la tierra, cuando venga a reinar, entonces el carácter de su reino será la justicia, de acuerdo con el Salmo 45. Por eso, la ejecución de los diez hijos de Amán no da lugar a la más mínima dificultad cuando esto se comprende, porque el Señor no sólo herirá al principio, sino que habrá una repetición del golpe: habrá una cabal aniquilación del adversario y de todos los que rindan obediencia fingida. El Señor se encargará de ellos en ese día que habrá de venir.

Regocijo del pueblo judío

Y así mandó el rey que se hiciera, y los judíos se congregaron para otro día. No sólo los que estaban en Susa: "En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a setenta y cinco mil; pero no tocaron sus bienes" (cap. 9:16). Así, pues, la alegría y el gozo llena el corazón de los judíos. Y Mardoqueo escribe y envía cartas a todas las provincias y, de este modo, la alegría se esparce por sobre toda la tierra. Y no sólo eso, sino que los judíos, como se nos dice, establecieron una fiesta con motivo de esta notable intervención de la providencia de Dios.

Mardoqueo enaltecido

El libro termina, en el capítulo 10, con un relato de la grandeza del reinado del rey, y también de la de Mardoqueo, su ministro. "Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje" (v. 3). Así, dignamente, se cierra este muy notable libro. El judío, librado de todas sus angustias, es conducido al lugar más cercano al gran rey y, en lugar de ser víctima del odio del gentil, tiene autoridad plena para ejecutar venganza sobre todos los que quisieron aniquilar la simiente de Abraham.

Conclusión

¡Quiera el Señor concedernos el deleite que se halla en los caminos de Dios! ¡Que podamos leer su Palabra y sacar provecho de ella en toda sabiduría e inteligencia espiritual! Aplicar este libro a nosotros sería engañarnos, pues nosotros lo entendemos y sabemos que no hallaremos ningún provecho de esta forma. Vemos el lugar que habrá de ocupar el antiguo pueblo de Dios cuando el orgulloso gentil sea destituido a causa de su desobediencia, y el judío restituido, con toda la hermosura que Dios puede poner sobre él, dentro de su debido lugar ante el mundo.

Éstas son las perspectivas que nos ofrece este libro. Se notará además que su hermoso carácter se halla completamente preservado desde el principio hasta el final; todo esto fue dado durante el día nublado (el día de la oscuridad, de la dispersión, del no reconocimiento del judío). El nombre de Dios está absolutamente ausente de él. Se trata del poder secreto de Dios que obra a través de circunstancias que podrían parecer desesperantes o fatales. Pero ¡qué consuelo para nosotros!: Nosotros también tenemos que ver con la misma providencia de Dios, aunque no por cierto obrando para el mismo fin; porque el propósito de Dios no es darnos ocasión de venganza sobre el enemigo, ni exaltarnos con la grandeza terrenal, pero tenemos que ver con el mismo Dios; sólo que —¡a Dios gracias!— Él no nos desconoce, como lo hace con Israel. Nos ha traído a una relación que no se puede perder jamás, relación que depende de Cristo y que ha sido sellada por el Espíritu Santo. Consecuentemente, Él nunca se rehúsa a que le invoquemos como "nuestro Dios y Padre", ni jamás deja de reconocernos como los hijos de su amor.

Como se ve, el libro no se aplica de ningún modo a nosotros en lo que toca a Ester y al fin que persigue; pero, seguramente, estamos justificados al tomar todo el consuelo de la poderosa mano de Dios. Cuando los hombres no ven más que las circunstancias que pasan a nuestro alrededor, sabemos que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Quizá podemos no ver el camino, pero conocemos, vemos y podemos acercarnos al Dios que controla todas las cosas a nuestro favor.

En resumidas cuentas, la providencia de Dios es una verdad universal, hasta que el día venga cuando los designios de Dios sean hechos públicos y manifiestos, y su nombre sea invocado por su pueblo. Será la parte de Israel. Sabemos que ahora ellos están dispersos, que ahora se hallan en una situación totalmente anómala, pero que el día vendrá cuando Dios pondrá a un lado al gentil y, una vez más, introducirá a Israel; y nuestros corazones pueden regocijarse; pues ello no significará ninguna pérdida para nosotros, aun si ése fuera el motivo. Pero, de hecho, no será ninguna pérdida para nosotros, pues estaremos con el Señor Jesús en lo alto, y sólo después de esto —sólo después que el Señor nos haya llevado consigo al cielo— Dios juzgará al gentil y volverá a llamar al judío.

The Book of Esther

God is not named in this book

The Book of Esther is one of the few scattered portions of God's Word that are notable for the absence of God's name. This often has surprised many, the Jews themselves were not able to understand, and a good number of Christians is not much better, so much so, that has not missed a habit, especially in recent times, to treat the book with some measure of distrust, as if the absence of the name of the Lord was a good reason that the book can not be of God.

Now, I hope to show that the fact that God's name does not appear there is a part of the excellence of the book, because there are times when God takes His glory. There is no occasion in which he does not act, but does not always allow his name to be heard or that their paths are warned.

We will see that the name of God is absent is what the character of the book requires, and this, rather than weaken the right of Esther to take their place in the holy volume, rather show the perfection of the roads God, even in an event as unique as the absence of his name in a whole book.

We understand, then, what God has in mind: He is here speaking of his ancient people under circumstances in which he could not pronounce your name in connection with them, because the town was in a totally irregular position. Properly speaking, in the book of Esther they have no position at all. We could not say exactly the same with regard to those Jews who came up from Babylon according to the permission granted them Cyrus the Persian, according to the prophecies. The truth is that even with respect to the remnant God calls "my people" (see Hosea 1:9, 10). By allowing land Nebuchadnezzar razed the house of David and the tribes who still remained faithful to their commitment, God took away his title for a short time, and that title has not yet been restored. However, it is well-protected. God intends to restore them in the land of their inheritance, but the title, by suddenly gone. This does not mean that it has lost, but it is reserved. God kept secret for them.

Future reintegration of people

When the day comes that Israel is reinstated, phased God in their proper place and in proper relationship, and then come the days of heaven on earth.

But he was still far from being well, even with the remnant that went from Jerusalem. There, as we know, the book of Ezra shows centered around the altar of God and building His house, and the book of Nehemiah presents enhancing its distinction. Although they had lost their title, had not lost his God. Even if God did not call "my people", they, at least, would call Him "our God". Faith could appropriate what God was for them when he could not call them "my people." Therefore, they built the walls of Jerusalem for his people may have, even in their weakness, the sense of separation for Him This marked his entire life, not only their religious life, but his whole life. In the book of Ezra is considered the religious life of the people. In Nehemiah has given his whole life dedicated to the Lord. But the book of Esther presents a completely different: What happened to the Jews who did not go up to Jerusalem? What happened to those who remained deaf to the permission of Cyrus or not valued the freedom to get on the land on which the eyes of God fell and in which he still, in accordance with its purposes, shall exalt His name, His Son, the Messiah, as well as the people of their choice, then indeed to be clearly recognized by Him?

The Book of Esther is the answer to that question. It shows that even if God could not recognize them at all, and that they will not publicly acknowledged, even though there was no sign from God or from the people, and the name of God, therefore, remains entirely secret-it is not mentioned even once in the entire book, even if all this happens is the secret hand of God acting in behalf of his people, though the latter would be in a more irregular status . This is the nature of the book, and the solution, I think, the difficulty as to the fact that God's name is not mentioned even once in it. We will see abundant confirmation of what I say when we examine the book. I have not done more than a brief mention of his character to more carefully consider as you develop several incidents before us.

Greatness of Ahasuerus and his empire

Suddenly we are in a remarkable banquet given by King Ahasuerus, who, I suppose, is that known in secular history as Xerxes. Not important whether this king was Xerxes or Artaxerxes, or even one that has been proposed as a real possibility. We must remember that the title "Ahasuerus" was of general application and that of "Pharaoh" was commonly used in Egypt and "Abimelech" among the Philistines, that is, there were many Pharaohs and many Abimelech. Similarly, among the Persians there were several who took the name "Ahasuerus". Which refers Ahasuerus our book is a mystery, however, is not a major issue, if it were, God would have told us. I presume, however, that it was really Xerxes, in part by the nature of man: a man of prodigious resources, infinite wealth, immense exuberance and vanity, a man even more character holder capricious and arbitrary. Advertiremos these qualities observed in the behavior towards his wife, as well as in their behavior toward the Jews. We will see, then, the story of a remarkable part of the reign of this capricious monarch, for if there was a Persian king who supposedly could have been tough for the Jews, was this. Darío was a great admirer of Cyrus and therefore a great friend of the Jews. Xerxes was not a friend of anyone but himself. It was simply a man who lived to please himself, to suit their tastes and passions under the abundant resources that God's providence had placed in his hands and he wasted in his own lust, as, unfortunately, most men do.

Disobedience and dismissal of Vashti

This book presents, then, in a time of Xerxes Persian Empire when it was composed not only of 120 provinces, as happened during the reign of Darius the Mede, and Cyrus the Persian. In the book of Daniel we find that, following the conquests were later annexed seven provinces. Xerxes reigned, then, in a time when the Persian Empire was at the height of its glory and its resources, and he had all the pomp and circumstance of the Empire around, all greatness and satraps of his vast empire .

Under these circumstances he sends for Vashti, who refused to go. This enraged the arbitrary and capricious monarch. Vashti disobeyed the king. He refused under singular desire seclusion that characterized the Persian woman. He refused to meet their desires. He wanted to show her beauty to the entire world, and she declined. The consequence was that the king sought the advice of his nobles, and one of them suggested, boldly, the dismissal of Vashti. This is, in effect, the first major step in the providence of God that gives us this book, following which they operate all major events.

The Jewish wife replaces the Gentile

This, in itself, is very interesting, but there's more than this. The book of Esther is not just a book about providence, on the secret providence of God when He could not mention his name in favor of his people, in favor of the Jews in their poor and scattered condition among the Gentiles, but that, apart from that, the book is a kind of grand designs of God that are yet to happen, because with what starts mainly the book? By this: the gentle wife of the great king is deposed and the act occurs that a Jewish singular takes place. Personally I can not doubt that this is precisely what will happen when the Gentile has demonstrated his disobedience and has failed as to showcase the beauty that should be in his testimony of God to the world. Specifically, this is what is happening now, ie Gentile, at the present time, is occupying a certain position before God on earth. The Jew, as you will notice, is not the actual witness of God, but it is gentle. And the Gentile has utterly failed. Under the language of Chapter 11 of Romans, the wild olive branches of the gentle-be-broken off, and the Jew will be grafted again. Well, gentle wife Vashti is deposed because of their disobedience and their failure as to display her beauty to the world. This is precisely what Christianity should have done. The gentle, then, will be cut and removed, and the Jew will be restored (Romans 11:22-24). This is what accounts for the appeal of Esther. She becomes the object of the affections of the great king and moved to Vashti, who is never restored. But I just this casual observation to show the typical relationship of this book to the development of the great counsel of God in Scripture.

Esther, Mordecai adopted daughter, cousin

Now back to explain some facts that the book identifies as the great development of the secret providence, when God's name can not be mentioned. God can work where he can proclaim himself, and this is dramatically illustrated by the fact that when the order was given to the young maidens were sought for the king to make his choice, among others "were in Shushan real a Jew, whose name was Mordecai son of Jair, son of Shimei, son of Kish, of Benjamin, which had been carried away from Jerusalem with the captives who were carried away with Jeconiah king of Judah, whom Nebuchadnezzar had carried King Babylon. And he brought up Hadassah, that is Esther, his uncle's daughter, because she was an orphan, and she was beautiful figure and good looking. When her father and mother died, Mordecai adopted her as his daughter. It so happened that when he reported the king's commandment and his decree, and many maidens were gathered at Shushan the palace, to the custody of Hegai, Esther also was taken to the king's house, to the care of Hegai keeper of the women. And the maiden pleased his eyes, and found favor with him "(ch. 2:5-9).

Esther, Queen chosen

And when it was his turn to different maids and, among others, to Esther, she not only found favor in the eyes of the king's eunuch, but, even more, in the eyes of the king himself. "It was, then, Esther was taken unto king Ahasuerus into his house royal in the tenth month, which is the month of Tebet, in the seventh year of his reign" (Chapter 2:16). I can observe, in passing, that this is a remarkable confirmation of the reports of Ahasuerus belonging to the time of Xerxes, and in the third year of his reign, as history tells us, Xerxes held a great council of all the great his empire. The political goal was his attempt to conquer Greece, and he returned again in the seventh year of his reign, exactly the same dates entered in the book of Esther. During that time, he left his country and was engaged in that vain effort which culminated in complete destruction of the Persian fleet and the expulsion of its troops by the relatively small power of the Greeks. But, in any case, simply make this observation to demonstrate how wonderful God's providence preserves up dates and how the facts agree.
This, however, is only a small detail, but the salient fact is that the Jewish was preferred to all others. The only Jewish is who will be the bride of the great King on earth. We know what it means "the great King." I guess you will all be aware that "the great king" was a special title of the Persian monarch. However, Scripture uses the expression "the great King" in reference to the Lord (see Psalm 48:2). I can not doubt, therefore, that there is a deliberate purpose in this typically precisely speaking about Him

Esther, then, becomes the bride-queen-of the great king after the Gentile was deposed because of his disobedience, and the king, then, is a celebration. There is a decrease in taxes to the provinces, as we know it will happen. When the Jew is favored, it will be as "life from the dead" (Romans 11:15), whatever the present grace of God (and we know that is infinitely rich), but it touches the ground, has been entirely spoiled because of worldliness, selfishness and vanity of man. All these things have destroyed the character of the kingdom of God in regard to his testimony on earth. No doubt that God accomplishes his heavenly purpose, but it has nothing to do with this book. The figure of the heavenly things is not here. It is only the earth and earthly aspect of Christianity, which will be shoved aside when Jews convene, which could not be delayed. They then they become permanent wife of King.


Mordecai alleges a conspiracy against Ahasuerus

Here, at the end of the second chapter, we are told that not only Mordecai sitting at the entrance of the king, but also becomes the means to know the great king who is preparing an attempt on his life. Two of the waiters of the king who guarded the gate tried get his hands on the king, but the matter became known. They did the research, and two were hanged from a tree. We all know that every transgressor in that coming day will be discovered and annihilated 'ipso facto'. There will be more uncertainty of the law. In that day "a king will reign in righteousness" (Isaiah 32:1). They discover and punish all those who raise their hands against the Lord.

Exalted Haman

In the third chapter we have a very different scene. "After these things King Ahasuerus promoted Haman son of Hammedatha Agagite, and honored him, and set his seat above all the princes that were with him" (ch. 3:1).

This is only one type, just a shadow and not the true picture. In ancient days there will be no Haman. Until that day comes, regardless of the vivid picture of the blessings to come, there will be a dark shadow, an enemy, one that tries to thwart all plans of God, and, of all the races of the earth, there was one that was particularly hostile to the people of God: The Amalekites, while Lord swore and called his people to wage perpetual war against this race. Had to clear from under heaven. The Amalekites were the special object of God's judgment straighter because of the hatred they had towards His people. Now this Haman not only belonged to Amalek, but even to the royal family of Amalek. He was a descendant of Hammedatha the Agagite, as they say, and this noble Ahasuerus exalts to the highest position. However, amidst all these high honors, had a spine!: Mordecai did not bow. The consequence was that Mordecai became an object of reproach. The servants of the king asked him, "Why pierce the king's commandment?" (Ch. 3:3), and then persist in this attitude, the fact reaches the ears of Haman, "because he had told them he was a Jew" (ch. 3:4).

Haman, implacable enemy of the Jewish people

There lay the secret. God does not appear. In history there is no hint that God has spoken about Haman! But here was the secret reason, but the only public reason is shown that Mordecai was a Jew. "And when Haman saw that Mordecai did not bow or before him and became angry. But he disdained to lay hands on Mordecai alone, for they had told him what the people of Mordecai and Haman sought to destroy all the Jews in the kingdom of Ahasuerus, even the people of Mordecai "(ch. 3:5, 6), and Haman made it this way: tell the king, as was the main and preferred nobleman, who had" a people scattered and dispersed among the peoples in all the provinces ... their laws are different from those of every people, and do not keep the king's laws, and the king's profit to tolerate them. If it please the king, decreed that are destroyed, and I will pay ten thousand talents of silver to those who manage the estate, to be brought to the treasures of the king "(v. 8, 9).

The order of extermination of the Jews sealed by King

The king, according to the character I have described, the tremendous little difficult request Amman. He took his ring from his hand, and gave it to Haman told him to keep his money, and instructed the scribes to carry out their demand, so e went through all the provinces of the king. The Persians, as we know, were the initiators of the postal system we have continued to this day. "And the letters were sent by couriers to all the king's provinces, to destroy, kill and exterminate all the Jews, young and old, children and women, in one day, on the thirteenth day of the twelfth month "(Chapter 3:13). The king and his minister sat down to drink, but the city of Shushan was perplexed.

Well have a great cry from the Jews. His fate was sealed. So it seemed. Especially as it was always one of the axioms of the Persian Empire, once approved a law was never repealed, "according to the law of the Medes and Persians, which can not be abrogated" (Daniel 6:8, 12) . It might seem, then, that nothing could save the people. The ruler of 127 provinces had given his word real, signed with his seal and mailed along and across the Empire. The day was fixed and the people said. The destruction seemed certain, but Mordecai tears his clothes, dressed in sackcloth and in the midst of the city, crying with a loud and bitter cry (ch. 4:1). While God's name is not written or displayed, the ears of God, however, heard.

The intervention of Mordecai

Mordecai has reached out to the door to the king's palace, for no one could enter in sackcloth. Was then placed in front of the door to pass it, and Esther heard. He recounted what happened and queen was deeply distressed, but knew little about the real cause of the affliction. Esther sent one of the waiters and Mordecai tells him everything that had happened, how Haman had promised to pay and the imminent destruction that would befall the Jews.

 We are told that Esther, following this order gives Hathach Mordecai explain how desperate the situation. The aim was that she was and did supplications to the king. But how? One of the laws of the Persian Empire established that no one could enter the king's presence. This should send for, but had not the queen in thirty days. It was against the law to venture it. Consequently, Esther Mordecai sends a very clear and simple message: "Do not think, 'he said to escape in the king's house more than all the Jews. For if you remain silent at this time, relief and deliverance will arise from another for the Jews "(ch. 4:13, 14). Not a word about God. Remains veiled. Mordecai believes in God, but God's secret is preserved so perfectly that Mordecai only vaguely alluded to in these remarkable words: "... and deliverance will arise for the Jews from another" because God would look down from the heavens, but Mordecai only speaks of the place and not the person. "But you and your father's house will perish. Yet who knows whether you have come to this hour the kingdom?" (Chapter 4:14).

Ester thus becomes aware of the true state of the situation. Perfectly captures the feeling of Mordecai to the people and their trust in the release would come "from elsewhere". So begs Mordecai: "Go, gather all the Jews who are in Susa, and fast for me, and neither eat nor drink three days, night or day." She also, as you say, will do the same: "I also and my maidens will fast likewise, and then will go to the king" (Chapter 4:16). Not one word about the perfumes now. Not a word about the sweet savors that before she was ready to enter the king's presence. She had to submit to it, for that was the king's command, but now, even does not mention God, it is clear where his heart. Goes with the most unique preparation-but admirable in that moment: with fasting, a great sign of humiliation before God, but even here, God is not mentioned. No one can doubt that God is above-that is behind the scenes, but all that appears is merely fasting man and not God who fasted before. "If I perish, I perish." His decision was made.

The intervention of Esther

Consequently, the third day Esther put on her royal robes, "and entered the courtyard of the royal palace, opposite the king's chamber: and the king sat on his throne in the royal house, over against the gate of the room. And when he saw Queen Esther standing in the court, that she obtained favor in his eyes, and the king held out to Esther the golden scepter that was in his hand "(ch. 5:1, 2), because the faith in the goodness of God was great. All that appears is merely human, but the invisible hand was there. She sought and found. "So Esther and touched the tip of the scepter. Said the king: What is it, Queen Esther, and what is thy request? Half to give you the kingdom." To which Esther responds: "If it please the king, come now the king and Haman to the banquet that I have prepared for him" (ch. 5:2-4). God gave him wisdom. She did not immediately what was such a burden to his heart. "He that believeth shall not make haste" (Isaiah 28:16). The invisible God who was the object of their trust exercised its soul to wait. She not only invites the king to the banquet, but also to Amman. Similar events occur many times. Similarly when the Lord comes gives Judas the sop before the terrible betrayal that led to the cross. Nothing could assume Haman about what God, who does not appear, was reserving. And, at the banquet, the king again back to the question, because he knew that there was more to the feast in the mind of Queen Esther. "What is your request, and you will be granted? What is your request? Even to the half of the kingdom it shall be performed" (ch. 5:6).

Again the queen requested that she can count on their presence in another banquet. "And tomorrow I will do what the king has said." So that day Haman is "happy and joyful heart", but when you see Mordecai the Jew, neither rose nor moved for him, was full of indignation against it. But Haman contains. When he returns home and tells his wife and friends about the glory of his riches, the multitude of his children, of all things which the king magnified him and how he has promoted over the princes and servants of King mentions crowning of all special honors received the invitation of Queen Esther to a banquet to which he had attended no less than the king. "And tomorrow," says he, "I am invited by her to the king. Yet all this availeth me nothing"-such was the hatred and bitterness of his heart "every time I see Mordecai the Jew sitting at the king's gate. " The wife, with the weakness of his own nature, suggests you ask a gallows for Mordecai this evil. "Let a gallows fifty cubits high, and in the morning the king to hang Mordecai on it, and go merrily with the king to the banquet" (Chapter 5:14). The issue was very pleased Haman, and this was done.

God works

But the invisible God was working that night. The king could not sleep (ch. 6:1), had it not been so, there would have been a bitter feast for Esther before the party with the king. "That same night could not the king sleep." He requested the files of the kingdom. The providence of God was acting. Was found written that Mordecai had the waiters traitors, and the king asks, "What honor or distinction which is done to Mordecai for this? Then said the king's servants, his officers: Nothing" (v. 3). Just then, Haman comes to court. I wanted to ask the king for life of Mordecai. He knew nothing of what was in the heart of the king, who, full of what was in his own heart, is providentially led to ask what to do for those who wished to honor. "What will be done for the man whom the king delights to honor?" (V. 6).

Haman falls into his own trap

Haman had not thought of any other but himself. So he fell into his own trap. Convinced that he was the man whose honor the king wished, and without holding anything, suggests the king's highest honors, the largest ever have been given to a subject. "For the man whom the king delights to honor, bring a royal robe the king has worn, and the horse that the king rideth upon, and the crown royal which is set upon his head, and let the robe and the horse in hand of some of the king's most noble princes, and wear down the man the king delights to honor, and bring him on horseback through the city square, and proclaim before him, Thus shall the man whom the king delights to honor! " (v. 7-9). And the king said to Haman instantly: "Hurry, take the robe and the horse, as you have said, and do even so to Mordecai the Jew, that sitteth at the king's gate, let nothing fail of all that you have said . "

Oh, what a fall! What horror of horrors must have filled the hearts of the wicked man, because the one he hated most of all men living was the same person who, as principal noble Empire was forced to pay this honor under their own suggestions! Anyway, it was impossible to alter the king's word. "Then took Haman the apparel and the horse, and arrayed Mordecai, and led him on horseback through the city square, and proclaimed before him, Thus shall the man whom the king delights to honor" (v. 11) . Very differently Haman returned to his wife and friends that day. "Haman hurried to his house mourning and with his head covered. Later told Haman to Zeresh his wife and all his friends everything that had befallen him. Then said his wise men and his wife Zeresh: If the offspring of Jews is Mordecai, before whom you have begun to fall, not conquer, but certainly will fall before him "(v. 12, 13). This is the secret of gentle sentiment regarding Jewish. You can go all very well for the kind while the Jew is cast out of the presence of God, but, when the appointed day to exalt the Jew, the Gentile greatness will then disappear from the face of the earth. The Jew is the future lord below. He will be the head and tail gentle (Deuteronomy 28:13, 44).

Haman, discovered and executed traitor 'ipso facto'

So the feast continues (Chapter 7) and the king and Haman are, because there was no time to lose. The waiter had called Haman to the banquet, and now the king, for the third time, the Queen requires your request: "What is your petition, Queen Esther, and you will be granted? What is your request? Although half the kingdom, you will be granted. Then Esther the queen answered and said, O king, if I have found favor in your eyes, and if the king, let my life be given me request "How?! Maybe it is the state of affairs that the queen begs for his life? "Permit me given my life for my petition, and my people at my request. Because we are sold, I and my people, to be destroyed, to be slain, and to perish. Whether for male and female servants we had been sold, I keep quiet, but our death for the king would be irreparable harm "(v. 3, 4). Esther had struck the right chord. Not only all the affections of the king erupted at this insult that had been done to that to which he loved above all the kingdom, but even more: there was the bold assumption that would attempt the destruction of the queen and all the people of the queen without even the knowledge of the king. Who could be the traitor?

"The king Ahasuerus answered and said unto Esther the queen, Who is, and where is he, that durst presume in his heart to do this? Esther said, The adversary and enemy is this wicked Haman. Then Haman was afraid before the king and Queen. Then the king arose banquet in his wrath, and went into the palace garden. " Haman knew that was the death sentence pronounced upon him. "And Haman stayed to beg Queen Esther for his life, because he saw that he was determined to evil from the king" (v. 7). And when the king returns, he finds Haman, in his agony, fell on the bed where he lay Esther and King imagines the worst. The word out of his mouth and his servants covered Haman's face for immediate implementation. And Harbona, one of the waiters, the king proposed the gallows that was already made on the property of Haman, which also has the approval of the king.




No comments:

Post a Comment